Hace unos años una enfermedad puñetera dio al traste con el enfoque de los ojos. Nada que me impida llevar una vida de calidad. Y redescubrí el visor y el enfoque auto y manual como una manera útil de ver lo que naturalmente ya no vería más: si recibo la imagen enfocada, no causo disturbación en esa función y mi cerebro la admite como natural.
Digo redescubrí porque siempre he tenido alguna máquina de fotos en la mano, aunque no disparase con acierto la mayoría de las veces; desde la Viking de mi primera comunión hasta mi reciente y fantástica Canon 5D Mark II.
He ido conservando las máquinas de mi familia, las que iban desechando por viejas, obsoletas u olvidadas aquí y allá, casi todas siguen funcionando. Tan sólo "desapareció" la Leica de mi tío Joaquín -M3, creo-, pero que tuve un día a disposición y me enamoró.
Ahora, más mayorcito y con algún oficio en esto de la fotografía, aunque no demasiado, la verdad, pienso seriamente en Monochrom.
Sin menospreciar ninguna otra, el blanco y negro de mi infancia permanece y mantiene alma: sensaciones, olores, sonidos del momento del disparo. Algo que el color, precioso siempre, no logra despertar con la misma intensidad.
Indudablemente, será un placer leeros y aprender de vosotros. Mil gracias.
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