Ayer tuve que salir del “campamento” para ir a las oficinas centrales que se encuentran a quince minutos en autobús. Pensé la noche anterior que debería hacer algunas fotos pues nunca tengo la oportunidad de ver la calle, siempre estoy en el otro lado del muro, vivo intramuros. Los muros no acaban donde acaba el cemento sino que hay alambres espinosos coronándolos, como una tallo de rosal de hierro que estuviera retorcido y no tuviese fin y por no tener fin no cuenta con su rosa de hierro. ¿Qué es un tallo de rosa sin rosa?: un arma.
África es en color como el resto del mundo que hasta ahora he podido ver, pero el África del otro lado de mi muro es negra, blanca y gris. Es peligrosa para mi pero también para los que la habitan del otro lado, por eso hay un paisaje de muro con melenas de hierro continuamente: para que todo el mundo esté protegido de todo el mundo, pero los muros y los alambres no protegen del mosquito de la malaria ni del hambre ni la falta de higiene y ni de la falta de atención médica.
Al otro lado del muro hay miles de vendedores que viven en los huecos que quedan entre los atascos de los coches. Entre coche y coche hay siempre un vendedor, un vendedor de nada, o de cosas que no sirven para nada pues no hay nada disponible y si lo hubiera no podría comprarse nada por falta de dinero, así que los vendedores de nada van de hueco en hueco, moviéndose como fichas de ajedrez que se mueven y rugen y echan humo, para sacar al final del día unos billetes que muestran varios ceros en su impresión pero que no valen nada.
Hacer fotografías en mi ciudad es imposible si no quieres meterte en un grave problema.
Todos hemos escuchado aquello de que una Leica tenía la gran virtud de pasar desapercibida frente a otras cámaras. Eso aquí y ahora no es cierto, una Leica es tan amenazante como una cámara de gran formato. El alama la robas en la fotografía sea cuál sea la marca de la cámara. Lo único que sirve aquí es la cámara que no se ve, aquella que va incluida en otro aparato que no es una cámara, no se pueden hacer fotos ni demostrar la intención de que se quieren hacer fotos. Para solucionar este problema he tenido que recurrir al iPhone. Lo he colocado en horizontal sobre el borde inferior la ventanilla del autobús, un borde lo suficientemente grueso para soportar el teléfono/cámara sin demasiadas molestias. El teléfono, para que no se viese desde fuera lo introduje en una media carpeta a la que le hice un agujero por donde asomaba la lente del iPhone. El encuadre no era otro que el que me proporcionaba la base de la ventanilla y el momento en el que disparaba a ojo. En alguna ocasión decidí inclinar la carpeta hacia abajo para subir un poco el ángulo.
Las fotos están hecha a través de una aplicación llamada Hipstamatic, la lente elegida es la “John S” y la película es la “Claunch 72 Monochrome”.
La música que le puesto al video es el Concierto Italiano BWV971 (Andante) de J.S. Bach (por András Schiff)
Saludos nigerianos.
https://www.youtube.com/watch?v=-fv0...4#action=share
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