Inmensas gracias, Alberto.
Esto es lo que podría llamarse un buque todoterreno. La asistencia a nuestros pesqueron es sólo un episodio en su larga y variada vida, otorgando cierto consuleo en una vida dura (no más que la de cualquier otro oficio). La mar, como el dinero, carece de color y nacionalidad.
Espero que siga en Viana do Castelo disfrutando de un retiro ganado a pulso y que tal labor cultural se extienda para siempre.
Mil gracias de nuevo.