Hace mucho mucho tiempo que estas cuatro grandes y majestuosas paredes no albergan ya vida humana, los tiempos de la labranza y del pastoreo se han venido a menos, los campos estas convertidos en zarzales y las gentes que construyeron esta gran casona en las afueras de la aldea ya se fueron a más prósperos lugares, o simplemente ya no viven, pero aquí nacieron, vivieron y murieron algunas personas y yo he entrado en la intimidad de sus derrotadas posesiones y de su decadente recuerdo, yo he entrado allí donde todavía el que sabe hacerlo puede escuchar las risas de algún niño y los gritos de tristeza de algunos mayores, las paredes me han hablado, siempre lo hacen en ese interior del gran silencio de tan atronadora realidad hace mucho tiempo ya muerta.
El aire gruñía al entrar por las ventanas sin cristales, las puertas se cerraban y abrían sin tregua, parecía que la casa cobró vida en mi presencia.
Ni un solo retrato en las paredes, ni un mueble, nada dejaron atrás, solo recuerdos, vida y muerte, felicidad y desgracia, que ya es bastante.
Fuera de la casa, más allá de la entrada ese recio árbol todaba la puerta con sus ramas, parecía no querer dejarme marchar.
Una botella vacia en la ventana, tal vez el último trago .....
Unas fotos.
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