En Namibia, en el desierto del Namib hay una mina de diamantes, en Kolmanskop. Antes de la Primera Guerra Mundial estaba en manos de Alemania, pero tras perder la guerra tuvieron que abandonar la mina. La terrible sequedad del aire ha conservado los edificios, la madera, la pintura, incluso el material eléctrico y algo de maquinaria. Y las dunas, durante un siglo, han ido penetrando en los edificios creando espacios irreales que gozan de una iluminación más propia de un estudio. No hay que esmerarse mucho allí, cada rincón te ofrece su imagen en bandeja.
M8 + Elmarit-M 21 mm f/2.8 Asph, f/6.7, 1/20 s, ISO320.
Espero vuestros comentarios, sobre todo las críticas.
La soledad del fotógrafo lleva a la autocomplacencia, a la indiferencia o a la negación. La crítica estimula y aguza las neuronas.
Saludos
Pixelman
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