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La actriz estadounidense Jessica Lange (Cloquet-Minnesota, 1949) estuvo este sábado pasado en Avilés (Asturias) para inaugurar su primera exposición como fotógrafa. La muestra, titulada Unseen (Oculto), se abre el público el domingo en el Centro Niemeyer.

En 1967 había obtenido una beca para estudiar fotografía en la Universidad de Mnessota, pero el cine y la vida (en 1970 se casó con el fotógrafo asturiano Paco Grande, del que se separó en 1981) la separaron de la vocación. A comienzos de los años noventa, su pareja desde 1982, el escritor, actor y director Sam Shepard le regaló una Leica M6 de la que, aseguran, nunca se separa.
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En 2008 publicó su primer y único libro de fotos, 5o Photographs. Al año siguiente exhibió por primera vez en la George Eastman House. Todas las imagenes, como las que ahora trae a Avilés, son en blanco y negro y con película de 135 milímetros.

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Unseen reúne 78 fotografías, de las cuales 12 son hojas de contactos, y presenta dos series: Things I See (Cosas que veo) y Mexico, On scene (México, a escena).

Las imágenes, de alto contraste y grano duro, recorren los escenarios íntimos y las travesías de Lange como embajadora de buena voluntad de Unicef. Hay fotos en Estados Unidos, Francia, Finlandia, Italia y, sobre todo, México, país que adora “por sus luces y sus grandes noches”, como ella misma señala.

Según la somisaria de la muestra, Anne Morin, la mirada fotográfica de la actriz es "furtiva, delicada, discreta", pero "está presente en la historia que nos cuenta, lanzándose cuerpo a cuerpo con la realidad; puesto que se trata de eso y no de otra cosa: del cuerpo. Ya no está en la espera, ni en la distancia; se instala en una continuidad, la de una narración, de una película".

Jessica Lange debutó en el cine con el remake de King Kong de 1976 que produjo Dino De Laurentiis. Por su papel en esa película y en su segunda aparición en la pantalla, en All that Jazz (Bob Fosse, 1979) fue duramente criticada por ser una simple cara bonita.

Las cosas mejoraron para ella con otro remake y un papel tórrido, en El cartero siempre llama dos veces (Bob Rafelson, 1981). Luego llegaría la carrera imparable hacia la fama con Tootsie (Sydney *****ck, 1982) -su primer Oscar- y Las cosas que nunca mueren (Tony Richardson, 1991), por la que ganó el segundo.